Callas,
más tus manos hablan,
cobran vida,
recorren mi figura,
adormecen mis miedos,
contienen mi ser,
ductilizan mi alma.
Callas,
y en ese silencio
me tomas por sorpresa,
retienes mi cintura
y te aferras a ella,
como un náufrago
a su tronco.
Callas,
y me siento la reina
de la pronta alegría
de tenerte en mi vida
mi desborde sexual.
Callas, callas, callas...
Melina Jaureguizahar Serra
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