miércoles, 18 de agosto de 2010

El Camino

Tal vez estoy recorriendo este camino para recordar, que a veces la felicidad está en la búsqueda, más que en el encuentro. En el camino, que me llevó a vivir esta aventura, con mi familia y amigos, en la emoción de los recuerdos que llenaron mi casa y mis días. Las anécdotas que revivieron, mis días de infancia con el abuelo, la niñez de mi vieja y mi tía, los recuerdos de la casa del pueblo, de los días de lucha. El reencuentro con Delfor, y esa gente maravillosa de los pueblos, que te abren su casa y su corazón, simplemente por que una loca nostálgica, se acercó un día a decirles, que un pedacito de tu historia duerme en el patio de la que ahora es su casa. Guillermo, madrugando un sábado para laburar codo a codo conmigo y mi familia, por el solo hecho bendecir la amistad que construimos. Esa amistad que te convierte en hermanos, cuándo la lucha y el sueño es compartido, la hermandad de la militancia, que sólo los que la conocemos comprendemos. Esa hermandad que hace que uno pueda caerse, sabiendo que un compañero va a estar ahí, para sostenerlo, esa, de festejar los triunfos y llorar las derrotas juntos. La que los peronistas conocemos de cerca, porque hemos llorado hermanos caídos, y celebrado las juventudes peronistas que se van sumando al camino, a lo largo de nuestra historia colectiva.Tal vez, esta búsqueda del tesoro, ya ha dado sus frutos, y lo que buscaba, sin saberlo, era a mi familia, y a la amistad, el compañerismo, y esas palabras de aliento, de las personas que me dijeron que no afloje, que siga con esta locura. Los que me acompañaron desde las palabras de ánimo, o se pusieron a averiguar cómo se podía hacer para hallar la famosa caja del abuelo. Los que me desearon suerte, los que rezaron.A lo mejor el tesoro lo encontré, cuándo mi cuadernito militante, empezó a sangrar poesía y anécdotas, desde que mi abuelo volvió, en las palabras de mi tía, a decirme que sigue estando, aunque ya no pueda abrazarme cómo cuándo yo era chica, y él, enorme, inmortal, invencible. Por lo menos, eso creía yo por esos días. Ahora, me parece que me está diciendo que ya estoy grande, que tengo que aprender a caminar sin necesitar tomarlo de la mano todo el tiempo, y que, siempre va a estar marcando mi camino, cómo un designio divino.Debo reconocer que es un privilegio, vivir esta aventura. Cuatro generaciones de una familia, detrás de un legado, de un recuerdo, de las raíces de la historia, nuestra propia historia. Quiero brindar con ustedes por el éxito de esta búsqueda que continúa, celebrar el triunfo de haberme dado cuenta que hay muchas personas maravillosas en mi vida. Quiero brindar por la vida, que me dejó ver que cada día puede traer una búsqueda, y el disfrute, está en el viaje. Y, especialmente, quiero celebrar con ustedes, el reencuentro con mi abuelo, al que fui a buscar en ese primer viaje, sin darme cuenta, que estuvo siempre a mi lado.

Natalia Jaureguizahar

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