Mi mirada se perdía en la honda llanura. El verde de la fertilidad empapaba mis pupilas. Como una brisa fresca llegaste en ese instante para rodearme con tus brazos musculosos y decirme al oído cuanto habías soñado ese encuentro.
La tarde transcurrió entre risas, caricias y relatos de laguna vieja época, pero el vendaval golpeó sin piedad y debimos separarnos.
A medida que te alejabas, traté de seguir tu silueta en la lejanía, PERO LA LLUVIA OCULTÓ TU ROSTRO, y ya nada supe de tí.
Melina J
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