Se desplazó con dificultad por la sala. Desde que aquella extraña enfermedad se había apropiado de su humanidad, era la primera vez que no podía caminar.
Miró a su alrededor, todo permanecía impecable. El silencio y la soledad hacían que su padecer fuera mayor.
Como una ráfaga, su vida pasó por sus pensamientos. No se había casado y jamás sintió la necesidad de dejar descendencia. A pesar de que su empresa fue exitosa, nunca tuvo personas con quien compartir este éxito, era un solitario y mezquino ricachón.
Pero ese dolor, que nuevamente punzaba su columna y, como un hilo ardiente, llegaba a su cabeza... ese dolor le demostraba que la vida estaba gobernada por fuerzas superiores.
En un momento creyó enloquecer... sacó su arma y simplemente disparó.
Cayó con un golpe seco sobre la alfombra... a medida que sus pupilas se dilataban, la cúpula de la sala se fijaba en su turbia mirada. Segundos después murió.
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